El último año no ha sido fácil para nadie. Transversalmente, la pandemia ha golpeado sin distinción de género, raza o situación económica. El mundo está cambiando para siempre, y cuando todo se vuelve incierto, el refugio predilecto siempre se ubica dónde nos hemos sentido cobijados y protegidos. Es ahí donde el rol materno ha sido protagonista en esta época de pandemia.
Desde los más chicos a los adultos profesionales, cuando hay dificultades, es la madre quien siempre tiene un abrazo y una palabra de apoyo que nos devuelve las ganas de seguir adelante. Aún cuando ellas mismas se han sentido exigidas y agobiadas en otros de los tantos roles que deben asumir como mujer, siempre logran transmitir la seguridad que incluso ellas mismas han dejado de sentir. Y es que, ya sea por una predisposición natural o sólo por amor, la postergación que millones de madres están dispuestas a vivir en pos de sus hijos, es una de las acciones más heroicas de estos nuevos tiempos.
Desde las madres dueñas de casa que han tenido adaptar su hogar al ajetreo constante del teletrabajo o los estudios telemáticos, pasando por aquellas que deben salir de sus casas muy temprano por la mañana y trabajar hasta altas horas exponiendo su propia seguridad en favor de su familia, hasta las mujeres mayores que han dejado de ver a sus hijos y nietos, y que han debido adaptarse a las nuevas tecnologías para sobrellevar una soledad muchas veces abrumadora. Todas, en cada uno de sus papeles, han reconfirmado un lugar trascendental en una sociedad que muchas veces olvida su relevancia histórica y natural.
Incluso la madre tierra, la madre de todas las madres, la entrañable Pachamama, nos ha acompañado y albergado durante toda nuestra historia. A pesar de que incluso los seres humanos le hemos dado la espalda, ella ha estado ahí para recordarnos su tácita fuerza, sobre todo ahí, donde creíamos que nada podría volver a florecer, surge con mayor intensidad.
Sin embargo, en algunos rincones del mundo, la Pachamama sigue siendo venerada, cuidada y amada. En nuestros queridos Andes Peruanos, el rol de madre, tanto del ser humano como de la naturaleza, se conjuga para convertirse en una sola gran fuerza llena de amor y calor. Los habitantes de este maravilloso rincón del Perú saben lo trascendental de reconocer a su tierra, de cuidarla y devolverle el cariño que han recibido de ella desde tiempos inmemoriales. Igual como un hijo vuelve a los brazos de su mamá, la gente de Los Andes, regresa a ella constantemente para agradecer.
Y eso es lo que este año, más que nunca, debemos y queremos agradecer. A todas las madres y abuelas que nos han dado todo hasta en sus momentos más difíciles. Y aunque probablemente no esperen más que un beso y un abrazo, puedes encontrar aquí productos que pueden devolverle el calor que han brindado desde el primer día. Prendas elaboradas con la más fina fibra de Alpaca, una materia prima que emana desde la misma fuerza de la Pachamama y que en Los Andes Peruanos es trabajada con técnicas milenarias llenas de dedicación y afecto.
Para todas ellas, de cualquier edad y en todo el mundo ¡gracias, mamá!